Adentrarse en la poesía anónima de África es una experiencia extraordinaria. Por ejemplo el poema "Llora mi corazón", perteneciente a los Kabilia, grupo étnico del este argelino y de lengua beréber, es una pieza poética de gran sencillez, pero con una delicada exquisitez:
Llora mi corazón, lo abruman males múltiples
Tijeras lo cortan:
Fiebres, dolores, mal en el costado.
Llora mi corazón, está extraviado
Por la muchacha esbelta como una palmera,
Cuyos cabellos caen sobre su espalda.
Pero tendré pronto mi revancha
y la sorprenderé.
Entonces, cara a cara, nos reconoceremos.
El poema "amante ausente" de los Bantú, conjunto de pueblos del África central es también de gran simplicidad, pero con una elaboración más compleja de las metáforas:
Las lejanas montañas te ocultan de mí,
Mientras se me enciman las cercanas
Si yo tuviera un pesado martillo
Para aplastar las montañas cercanas.
Si yo tuviera alas como un pájaro
Para volar sobre aquellas más lejanas.
Existe un poema Zulú, pueblo del África del sur que durante largo tiempo ofreció feroz resistencia a los invasores europeos, en el que se muestra la pugna amorosa con una exactitud si se quiere brillante, debido a que, además, mezcla reflexiones profundas y cotidianas:
El cuerpo muere, el alma sigue joven
El alimento servido desgasta la vasija
Ningún leño conserva su corteza cuando envejece
Ningún amante está tranquilo
Mientras llora su rival.
En un largo poema "Monzón y el rey de Kore", que narra la epopeya de Segú, perteneciente a los Bambara de Malí, hay un fragmento hermoso de amor femenino:
¿Cuántas mujeres enamoradas han desafiado
las tinieblas de la noche, y marchando contra sus deberes,
arrastrando su honor por el barro,
han ido a buscar al hombre de su alma,
el que ellas hubieran querido desposar?
No soy sino una más.
Vengo sin vergüenza a golpear en la puerta de tu corazón.
Ábrela para que yo entre, o hazme apuñalar
Para al menos morir entre tus brazos.
También existe una canción en amárico, idioma más importante de Etiopía, titulada calzones de viento y la cual cantan las mujeres mientras trabajan, que trata sobre el amor inútil. En la canción se menciona a Gondar, capital de los reyes etíopes y la provincia de Etiopía llamada Shoa:
Calzones de viento y botones de granizo
Ni un terrón de la tierra de Shoa, en Godar nada quedó
Una hiena atada con una correa, llevando un pedazo de carne en su boca
Un poco de agua en un vaso dejado junto al fuego.
Una porción de agua arrojada al hogar.
Un caballo de niebla y un paso crecido
Inútil para todo, útil para nadie.
¿Por qué estoy enamorada de un hombre como él?
Con respecto la muerte hay un espléndido poema Kuba, pueblo del Congo Central, conocidos también con del nombre de bakuba, es muy apreciado por su arte, que sintetiza de alguna manera esa concepción de los pueblos africanos sobre la vida y la muerte:
No hay aguja sin punta penetrante
No hay navaja sin hoja afilada
La muerte llega a nosotros de muchas formas.
Con nuestros pies andamos por la tierra del chivo
Con nuestras manos tocamos el cielo de Dios
Algún día futuro, en el calor del mediodía,
seré llevado en hombros
a través del pueblo de los muertos
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo a sus espinas.
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo al agua que gotea.
Entiérrenme bajo los grandes árboles umbrosos del mercado
Quiero escuchar los tambores tocando
Quiero sentir los pies de los que bailan.
Otro género, si se le puede denominar así, a los que son muy afectos los pueblos africanos es el proverbio.
Los proverbios constituyen pequeñas joyas de sabiduría atávica transmitida oralmente. Poética del vivir. Son muletillas utilizadas en la vida diarias y nacen como producto de la experiencia, siendo los ancianos los principales transmisores de proverbios. Vayan algunos como ejemplo:
· El hombre se hace hombre por los otros (Tsonga).
· El hombre paciente sigue cociendo una piedra hasta que bebe su caldo (Peul).
· Los hombres mezquinos son tan comunes como los árboles en el bosque (Yoruba).
· Cuando no hay ancianos, el pueblo se echa a perder. (Yoruba).
· El agua del río corre sin oír al hombre que tiene sed (Kikuyu).
· La mujer es un agua fresca que mata, un agua poco profunda que ahoga (Peul).
· El que quiere miel tiene el coraje de afrontar las abejas. (Wolof )
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